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Se equivoca el papa Francisco

El papa Francisco ha sido muy admirado por su humildad, caridad y opción por los pobres. Indudablemente esos atributos contribuyeron a que ocupe la posición actual; de líder espiritual y moral de millones de católicos. Sin embargo, él es un ser humano como cualquier otro, expuesto a cometer errores. El problema para cualquier líder, es que cuando toma decisiones equivocadas, afecta a miles de personas, y por tal razón un líder responsable debe de medir muy bien las consecuencias de sus decisiones.

Personalmente soy admiradora de la gestión del papa Francisco, aunque reconozco y estoy segura que el sentimiento de respeto y obediencia que despertó San Juan Pablo II en mí, desde que inició su papado, hasta su muerte, no se va a repetir jamás en mi vida. Y salta a la vista el porqué. Juan Pablo II estaba predestinado a la santidad; eso se siente. La santidad de una persona se percibe, es como un imán que roba tu corazón y tu pensamiento. Considero un regalo maravilloso de Dios, el privilegio y la dicha de estar en esta vida durante el pontificado del papa Juan Pablo II, fui una fiel seguidora de su pensamiento; en tres ocasiones estuve presente en misas que él ofició, tengo fotografías que yo misma le tomé y fui bendecida con las oportunidades que tuve de verlo y escucharlo personalmente. El papa Francisco es un buen líder y está impulsando muchos cambios positivos para la Iglesia católica; sin embargo, me queda claro que no tiene el don de la santidad y por tal razón es comprensible que se equivoque.

Comparto el sentimiento expresado en el editorial de LA PRENSA publicado el 8 de agosto, en el cual se aborda el tema de la revocación de la sanción al sacerdote Miguel D’Escoto, impuesta por el papa Juan Pablo II, que le impedía administrar los sacramentos. Hay júbilo en el gobierno orteguista porque el papa Francisco revocó la suspensión a divinis de Miguel D’Escoto que le permitirá oficiar misa nuevamente. Con esta decisión el papa Francisco le está dando al orteguismo un elemento muy poderoso para enaltecer su gobierno y consolidar su dictadura. Puesto que ya se sabe que el orteguismo utiliza todos los medios posibles para engañar a la población y distraerla de la tragedia diaria que vive, mientras el grupo de poder se enriquece sin límites y vive en la abundancia; cometiendo sin temor a Dios, todos los pecados capitales existentes. El sacerdote Miguel D’Escoto se unirá ahora, con toda legitimidad, al grupo de sacerdotes comparsas de la dictadura orteguista.

No quiero parecer altanera cuando afirmo que el papa Francisco se equivocó, pero un análisis objetivo, así lo indica. Si la sanción impuesta al sacerdote Miguel D’Escoto se debió a su insistencia en mantenerse en el gobierno de los ochenta del FSLN, actualmente no es distinto, y por otra parte, tampoco es este sacerdote ejemplo de humildad, austeridad, caridad y compromiso con los pobres, que pregona el papa Francisco. Por lo tanto, no sé si el papa Francisco tomó esta decisión con respecto al sacerdote D’Escoto luego de un profundo análisis del caso, o la tomó influenciado por el consejo de allegados que le dieron una información sesgada a favor de este personaje.

Sea cual sea la razón por la cual el papa Francisco, indirectamente, le ha dado semejante espaldarazo a la dictadura de Daniel Ortega, en mi código de ética personal está catalogada su decisión como equivocada. Y lo digo sin restricciones, porque me da ese derecho ser hija de Dios y miembro del rebaño católico, que tiene como directriz de vida, imitar a Jesús.

 

Fuente: laprensa.com.ni

María José Zamora Solórzano

La autora es psicóloga

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