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Papa Francisco con la esperanza de contribuir a la reconciliación

Tercer viaje internacional del Papa, que se acerca al “muro” del país que desde hace décadas provoca tensiones, con la esperanza de contribuir a la reconciliación

ANDREA TORNIELLI
Seúl

Papa Francisco llega a Seúl en este su tercer viaje internacional: la ocasión es la Jornada Asiática de la Juventud, en programa para estos días en Daejeon. Pero también se añadirá la proclamación de 124 nuevos mártires, laicos que al final del siglo XVIII pagaron con sus vidas su pertenencia al cristianismo. Es la primera vez que un Papa sobrevuela China, país con el que la Santa Sede no tiene relaciones diplomáticas desde la época de Mao Tse-tung.

Después de los viajes a Brasil y Tierra Santa, el Papa que apuesta por las periferias comienza su primera visita en extremo oriente, que representa una frontera definitiva para el cristianismo. Las estadísticas sobre los cristianos en Corea tienen algo de milagroso. Se trata de un país en el que la fe en Jesús comenzó gracias a algunos laicos intelectuales y en el que, si hace cincuenta años los seguidores de Cristo eran solamente el 2% de la población, ahora representan el 30%. Los católicos son 5,5 millones de personas y representan el 10% de los coreanos, y los bautismos siguen aumentando, así como también las adhesiones de personajes del mundo del espectáculo. A esta Iglesia, fundada en la sangre de los mártires y con un principio nada “clerical”, Papa Francisco trae un mensaje para invitarla a no contar demasiado con los propios éxitos y a no quedar satisfecha solamente con las estadísticas. Recordará, como ha hecho siempre, la importancia de la atención a los pobres y a sus necesidades no solo de asistencia sino también de promoción social y de dignidad.

El viaje también será la ocasión para hablar a todo el continente de Asia, a sus milenarias culturas tan diferentes de las occidentales. Aunque en Corea la evangelización haya obtenido resultados impresionantes, Francisco sabe muy bien que en todo el continente los cristianos solo representan el 3% de la población. EL Papa volverá a Asia dentro de pocos meses, en enero de 2015, para un nuevo viaje que le llevará a Sri Lanka y a las Filipinas, con una particular cercanía a las poblaciones afectadas por huracanes y tsunamis.

Pero la visita del Papa en Corea del Sur significa también acercarse a uno de los históricos “muros” que divide el Norte y el Sur de la península desde hace décadas. El último día de su viaje, el 18 de agosto, Bergoglio celebrará una Misa por la paz y la reconciliación de ambas Coreas.

La Santa Sede puso en marcha desde hace algunos meses sus canales diplomáticos para pedir al régimen de Pyongyang que concediera a algunos jóvenes la posibilidad de participar en las ceremonias papales, pero la respuesta fue negativa.

En mayo, mientras se encontraba en Tierra Santa, Francisco hizo gestos que estaban fuera del programa, como la oración silenciosa en Belén frente al muro de cemento que construyeron los israelíes. Aquí en Corea todo es mucho más difícil. La visita que el 21 de mayo hizo el cardenal de Seúl, Andrew Yeom Soo-jung (primer cardenal que ha entrado al territorio de Corea del Norte), a la zona industrial de Kaesong (en donde, con base en un acuerdo entre ambos estados, trabajan ciudadanos del Sur y del Norte hombro a hombro) había dado lugar a hipótesis sobre un posible vínculo con la visita del Papa. Aunque no haya rastro en el programa oficial de la visita del Papa, Francisco, idealmente, querría poder star allí.

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