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Historia del catolicismo en Corea

Seúl, 13 de agosto (Yonhap) — Para los coreanos católicos, han pasado 25 largos años hasta recibir otra visita papal.

El papa Francisco llegará a un aeropuerto del sudeste de Seúl el jueves por la mañana para realizar una histórica visita de cinco días a Corea del Sur, un país que alberga la quinta mayor comunidad católica de Asia, poniendo de manifiesto el interés del pontífice en la pequeña pero floreciente comunidad de católicos en la región, especialmente relevante ante la disminución en el número de sacerdotes en Europa, bastión tradicional del catolicismo.

El catolicismo coreano destaca por su origen nativo, ya que no fue introducido en el país por extranjeros sino por un coreano que aprendió las enseñanzas católicas.

Park Hyun-jun, profesor de religión en la Universidad de Sogang, considera que «la Iglesia Católica de Corea es extremadamente dinámica según los estándares mundiales» y añade que «sirve como un símbolo de la creciente fe católica en Asia».

A finales del siglo XVIII, las enseñanazas católicas que se abrían paso en China ya habían llegado a unos pocos pensadores coreanos, aunque solo como objeto de interés académico.

No fue hasta que uno de ellos, llamado Lee Seung-hoon, regresó de China bautizado en 1784 que se comenzó a practicar la religión en el país. Tras recibir el nombre cristiano de Peter, el joven erudito llevó a Corea textos católicos que le ayudaron a crear la primera iglesia católica de Corea.

Los creyentes coreanos eran tan dedicados que cuando un misionero francés llegó a la península, medio siglo más tarde, se quedó sorprendido al descubrir una comunidad de aproximadamente 50.000 católicos y una traducción al coreano de la Biblia.

Sin embargo, poco después el catolicismo se enfrentó al primero de los muchos obstáculos a los que hubo de hacer frente en sus dos siglos y medio de historia en Corea, cuando las autoridades supieron del rechazo de los católicos a realizar ritos ancestrales, una conducta que resultaba impensable en la sociedad confucianista tradicional. Aunque los primeros castigos fueron leves -solo se exilió a quienes proporcionaban un lugar para los servicios católicos- pronto se pasó a condenas que incluían la pena capital.

Entre 1785 y 1866 se produjeron seis persecuciones contra los practicantes católicos, con el resultado de unos 100.000 mártires. El número de mártires no se conoce con exactitud, aunque Cho Kwang, profesor emérito de religión en la Universidad de Corea, fija la estimación más baja en unas 20.000 muertes.

Cuando el papa Juan Pablo II visitó Corea del Sur en 1984, con motivo del segundo centenario de la entrada de la religión católica en Corea, beatificó a 103 de estos mártires.

El catolicismo coreano también ha recibido críticas, que continúan hasta el presente, por perdonar el mandato colonial japonés sobre la península coreana entre 1910 y 1945. No Ki-nam, que en 1942 se convirtió en el primer obispo coreano al frente de la Vicaría de Seúl, es acusado de haber encabezado rezos por los soldados imperialistas japoneses y pedir a los coreanos lealtad hacia los mandos japoneses.

La Iglesia Católica, sin embargo, explica que la decisión de no de tolerar el brutal trato que Japón dedicaba a los coreanos era un intento de proteger la fe bajo la aprobación de la libertad religiosa por parte de Japón, según la Conferencia de Obispos Católicos de Corea.

Durante la dictadura de Park Chung-hee el catolicismo recuperó su imagen de defensor de los políticamente oprimidos. Kim Sou-hwan, el primer cardenal coreano, permitió a los luchadores por la democracia esconderse en su catedral del centro de Seúl, convirtiéndose en una de las figuras católicas más reverenciadas en Corea del Sur.

El apoyo a la democratización y el aumento de la clase media hicieron que el número de practicantes católicos subiese enormemente en las décadas de 1970 y 1980, creciendo hasta un 10 por ciento anual. Este crecimiento se redujo cuando aumentaron el desempleo juvenil y la brecha entre ricos y pobres, un fenómeno que el profesor Park no considera casual.

Según el profesor, «hoy en día la iglesia es incapaz de dar a los jóvenes la esperanza que les proporcionaba antes». Park cree que «debería renovar su interés en los marginados y buscar formas de resolver sus problemas».

El viernes, el papa Francisco se reunirá con la víctimas del naufragio del ferri Sewol, que dejó más de 330 personas muertas o desaparecidas.

El catolicismo contaba en 2013 con 5,4 millones de seguidores en Corea del Sur, lo cual representa un 10 por ciento de la población, según datos presentados en abril por la Iglesia local.

Casi el 59 por ciento son mujeres, y las personas entre 50 y 54 años forman el mayor grupo etario. Las cifras del Vaticano muestran que la Iglesia Católica gestiona en Corea del Sur 200 centros de salud y beneficiencia, y casi 300 orfanatos.

felipe@yna.co.kr

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