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«No hay que perder la esperanza ante la guerra y la violencia”

La conmemoración por el XII Aniversario de la Canonización de san Juan Diego Cuauhtlatoatzin, fue ocasión para que el Obispo Auxiliar de México Mons. Armando Colín Cruz leyera un mensaje del Arzobispo de México, Card. Norberto Rivera Carrera, ante fieles reunidos en la Basílica de Guadalupe, acerca de mantener la esperanza, aun frente a las dificultades que plantea el mundo actual.

En la homilía que dejó el Card. Rivera para esta celebración, Mons. Colín leyó: “Muchos estarán viviendo momentos difíciles. Probablemente nosotros, en medio de angustias, de enfermedades, de injusticias, de guerras, de asesinatos, de secuestros, de violencia, como está sucediendo en la Franja de Gaza, entre palestinos y judíos, donde reina la muerte y la desolación, a quienes encomendamos en nuestras oraciones”.

Lo mismo extendió la plegaria del Card. Rivera Carrera por los que han fallecido en los recientes accidentes aéreos y otros sucesos trágicos: “que nos ensombrecen, pero nunca debemos perder la esperanza. Dios ha venido a encontrarse con todos nosotros, porque nos ama. No tenga miedo de ser instrumentos del amor y del perdón de Dios”.

Leyó la parte final del mensaje del Sr. Card. Rivera: “Así como fue san Juan Diego, no tengan miedo de convertir el corazón y aceptar las flores de la verdad de Dios. No tengan miedo de ser verdaderos mensajeros y de lanzar al mundo entero este mensaje de armonía, de nueva vida, de nueva esperanza. No tengan miedo cuando Dios nos dice por medio de Santa María de Guadalupe: ‘Ya escuchaste, hijo mío, el menor, mi Aliento, mi Palabra. Anda y haz lo que esté de tu parte’”.

Al concluir el mensaje del Arzobispo de México, Mons. Colín reiteró las palabras que había dirigido a los fieles en la celebración realizada previamente en la Parroquia de Indios: “La Iglesia necesita discípulos misioneros comprometidos. Los nuevos Juan Diego, que ayuden a los hermanos a experimentar el amor misericordioso del Señor; que sean testigos en el mundo de hoy. No estamos solos, nos acompaña Santa María de Guadalupe y san  Juan Diego, el humilde indio mexicano que por sus virtudes alcanzó la santidad.

Mons. Colín señaló que el motivo de esta celebración es que “en esta Casa de Santa María de Guadalupe recordamos el día gozoso el cual el Papa Juan Pablo II, guiado por la Divina Providencia, se encontró con nosotros en esta colina del Tepeyac, a anunciarnos a Jesucristo, Luz de las gentes, que quiso manifestar Su presencia salvadora en los albores de la Evangelización de América, por medio de la Virgen María, Su madre, en la persona del indio Juan Diego, y que el mismo Juan Pablo II, en aquel día –ante toda la Iglesia–, lo inscribió en el Catálogo de los Santos. A 12 años de distancia, los invito a participar en esta ceremonia para gloria de nuestro Dios que enaltece a los humildes”.

Un gran impulsor de la devoción a san Juan Diego

Durante la celebración, Mons. Colín recalcó el papel del Card. Rivera Carrera como “un gran impulsor del reconocimiento y devoción de san Juan Diego. Desde que llegó a esta amada Arquidiócesis, manifestó su amor a nuestra Señora del Cielo, como lo muestra su escudo episcopal, donde presenta a la Virgen con san Juan Diego en el momento que Ella toca las rosas que él había recogido del lugar”.

Puso además énfasis en que el Card. Rivera Carrera, “desde su toma de posesión, encomendó su ministerio a la Virgen Inmaculada, a través de una conocida oración que recitamos de manera común,  y se dio a la tarea de continuar impulsando su culto, como lo había hecho su antecesor el Card. Ernesto Corripio Ahumada, hasta lograr la Canonización de san Juan Diego, como lo contemplamos hoy”.

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