(RV).- El primer gesto de su visita pastoral el Papa lo quiso dedicar a los últimos, a los olvidados, para expresarles “su cercanía y la de la Iglesia”, como dijo el mismo Pontífice. Un encuentro con los detenidos del centro penitenciario de Castrovillari y con el personal que cuida de ellos en la prisión.
En su discurso, reflexionando sobre el tema de los derechos fundamentales de los detenidos, el Papa dijo que a menudo se hace hincapié en este tema del respeto a los derechos humanos y la necesidad de ajustarse a las condiciones de cumplimiento de la pena. Un aspecto de la política penitenciaria que es sin duda esencial y cuya atención siempre debe mantenerse el máximo. “Pero esta perspectiva -señaló el Papa- no es suficiente, si no va acompañada y complementada por un compromiso concreto de las instituciones, con miras a la integración efectiva de los detenidos en la sociedad”. “Cuando se descuida este objetivo, -subrayó Francisco- la ejecución de la sentencia se degrada solo a un instrumento de castigo y represalias sociales, que a su vez es perjudicial para el individuo y para la sociedad”.