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El hambre amenaza la paz

Y desea iniciativas concretas para sostener a las comunidades familiares rurales Volviendo a lanzar el «grito de tantos hermanos y hermanas nuestros que en diversas partes del mundo no tienen el pan de cada día» el Papa Francisco invita a «pensar en la enorme cantidad de alimentos que se desperdician, en los productos que se destruyen, en la especulación con los precios en nombre del dios beneficio». En el mensaje enviado al director general de la FAO, con ocasión de la Jornada mundial de la alimentación celebrada el jueves 16 de octubre, el obispo de Roma vuelve a alzar voz contra lo que define «una de las paradojas más dramáticas de nuestro tiempo, a la que asistimos con impotencia, pero a menudo también con indiferencia».No obstante los progresos en muchos países, de hecho, «los últimos datos siguen presentando aún una situación inquietante, a la que ha contribuido la disminución general de la ayuda pública al desarrollo». En particular el Pontífice destaca «un aspecto importante del problema que no ha recibido todavía la debida consideración», es decir, el hecho de que «quienes sufren la inseguridad alimentaria y la desnutrición son personas y no números, y precisamente por su dignidad de personas, están por encima de cualquier cálculo o proyecto económico». Por lo tanto –es la petición del Papa Francisco– «para vencer el hambre no basta paliar las carencias de los más desafortunados o socorrer con ayudas y donativos a aquellos que viven situaciones de emergencia. Es necesario, además, cambiar el paradigma de las políticas de ayuda y de desarrollo, modificar las reglas internacionales». En resumen, es el deseo: «Ha llegado el momento de pensar y decidir a partir de cada persona y comunidad, y no desde la situación de los mercados». Porque «quizás ésta es la única posibilidad de construir un auténtico futuro de paz, que hoy se ve amenazado también por la inseguridad alimentaria».En el largo mensaje el Pontífice habla también sobre el tema propuesto por la FAO para la Jornada: «Agricultura familiar: Alimentar al mundo, cuidar el planeta». El cual, explica, pone de relieve la necesidad de «reconocer cada vez más el papel de la familia rural» y desarrollar todas sus potencialidades. También porque ella «puede responder a la falta de alimentos sin destruir los recursos de la creación». Pero para ello, advierte el Papa Francisco, «hemos de estar atentos a sus necesidades, no sólo técnicas, sino también humanas, espirituales, sociales» aprendiendo «de ese vínculo de amor, solidaridad y generosidad, que hay entre sus miembros y que está llamado a convertirse en un modelo para la vida social».

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