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Dar fruto

Vivimos en un mundo muy enredado en el que no acabamos de encontrarnos así mismo y mucho menos a los demás. En Galilea ocurría una cosa muy parecida, no porque yo lo viera, pero así lo relata el Evangelio que por cierto me merece más confianza que mis propios ojos.

La orografía en Galilea era accidentada por culpa de sus grandes colinas. Los campesinos elegían para sus siembras terrenos situados en los valles y en las riberas con objeto de asegurara sus cosechas. Esto me recuerda que nosotros no escogemos los mejores lugares para sembrar. Pareciera que cualquier lugar es bueno y la naturaleza nos hará el resto. No obstante los Galileos cometían (algunos) un grave error, esparcían la semilla a voleo y esta no siempre caía en el mejor sitio para dar una buena cosecha. El trabajo resultaba arduo y desagradecido pues no había un equilibrio proporcional entre el esfuerzo y los buenos frutos conseguidos.

En nuestra galilea particular también encontramos dificultades a diario y no siempre acertamos en nuestra siembras, el amor al enriquecimiento, la ambición desordenada, el afán de protagonismo y poder, son duros espinos que distorsionan nuestros logros. Normalmente las cosas suelen ser más sencillas de lo que nosotros imaginamos. Las soluciones a muchos, problemas sofisticados no pasan por lo que nosotros entendemos por la mejor solución. Andamos preocupados en la búsqueda de nuestro tesoro y no hemos definido cual es. Jesucristo dijo: donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.

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