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Apretados, Aplastados, Acosados.

Hace 2000 años San Pablo escribía en una de sus cartas lo mucho que  padecían los que habían elegido caminar con Jesús.

Hermanos nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados pero no desesperados; acosados, pero no abandonados;  nos derriban pero no nos matan; en toda ocasión y por todas partes  llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida  de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.

problemas

Al final acababa revelándoles que todo lo que les pasase era por su bien y por ello no debían preocuparse nada más que de amar a Jesús y cumplir sus mandatos. Es bien cierto que en un mundo como el actual, nos sentimos apretados, apurados, derribados, engañados y descompuestos por tanta infidelidad provocada por la falta de amor en la mayoría de las personas. Los cristianos tenemos la suerte de encontrar nuestro alivio en Jesucristo y repostar nuestros corazones del amor que él sabe transmitirnos.  Demasiados corazones están completamente vacios de amor, de ese amor que no les da Jesús por que ellos mismos lo rechazan al considerase superiores.. Tantas veces me pregunto cómo los que no tienen fe, pueden sobrevivir al cumulo de adversidades que la vida nos depara. El hombre sin fe busca la solución en le dinero, en el poder, en el sexo y en las drogas.

Dos días después, Jesús en el Evangelio, nos habla del tesoro escondido, del comerciante de perlas y de las redes llenas de peces que seleccionara según su calidad.

Cuantas veces buscamos las soluciones más complejas a los problemas más sencillos. Cuantas veces necesitamos una herramienta para resolver un problema domestico y al no encontrarla vamos a un almacén a comprarla cuando la teníamos, arrinconada, en nuestro pequeño almacén de herramientas. La herramienta que puede resolver nuestros problemas, nuestras dudas que: nos aprietan, apuran, acosan es, Jesucristo. Si han pasado 2000 años de las palabras de San Pablo y los problemas son los mismos, es decir, no se han resuelto, no podemos ser tan tontos de no ir a nuestro almacén para encontrar la más sencilla de las herramientas que, con la ayuda de Dios, nos resolverán todas las adversidades.

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