Existe una metodología que permite a todo ser humano, especialmente al cristiano, lograr un estado de plenitud en cada minuto de su vida.
Lo primero que deberíamos aclarar es lo que entendemos por un estado de plenitud. Para mi es algo más importante que el estado de felicidad. Este es cada vez más difícil de segmentar. No resulta tan fácil saber cuando uno es feliz y cuando no lo es, sobre todo porque la felicidad requiere definir unos parámetros que están muy alineados en el tiempo. Es muy difícil ser feliz a lo largo de toda tu vida. Desgraciadamente, con demasiada frecuencia, suceden acontecimientos imprevistos que le tuercen a uno el alma. Es, en estos momentos, cuando reaccionamos con coraje y alcanzamos un estado de plenitud. Fundamentalmente porque nos sentimos orgullosos de nuestras capacidades y casi sin querer nos encontramos con nuestra conciencia. Es ahí donde alcanzamos ese grado de plenitud al que me estoy refiriendo.
Parece tan sencillo que alguno puede pensar que lograr un estado de plenitud en cada minuto de su vida está al alcance de cualquiera. La respuesta es, un sí, pero no. Ello dependerá del grado de preparación que pueda tener una persona. No es lo mismo tener una vida con sentido que una vida en la que uno viva de espaldas de Dios. La primera seria una vida lograda y la segunda una vida mal lograda. Este aspecto y otros muchos basados en la moral de cada uno y el rigor en los valores personales, son los que definirán esas capacidades a las que constantemente debemos acudir para ir saliendo de las dificultades vitales.